Ana María Pérez del Campo está preocupada por muchas cosas: por la situación que ve muy difícil; por la falta de ayudas económicas “incluso las propias mujeres tienen que pagar a las terapeutas del Centro porque la Comunidad nos quitó los 12.000 euros de subvención”; por las situaciones dramáticas y la escasa respuesta: “No existe una ley de acompañamiento económico para las víctimas, no hay presupuesto”. Pide a las mujeres diputadas o senadoras, “que no se dejen abducir por sus parejas. Que no sean poder vicario, que sean mujeres”.
P: Así las cosas, la reforma laboral ¿qué supone para la mujer?
R: Supone un intento político de devolver a las mujeres al calor del hogar, que es lo que decía Franco en épocas que considerábamos periclitadas, durante la dictadura. Es un ataque feroz al trabajo de las mujeres. Antes de la crisis se producía una discriminación continua de las mujeres en el campo laboral. En la situación de crisis quien paga los platos rotos en el trabajo y en todos los ámbitos, es la mujer”.
P: Según la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género se deberían justificar las ausencias al trabajo de las víctimas, posibilitar su movilidad geográfica, reservarles el puesto…
R: Pues lo cierto es que hoy si una mujer plantea alguna de estas situaciones, se queda sin puesto de trabajo. Se le ha dado el poder absoluto al empresario en detrimento de los derechos. La mujer maltratada que se olvide de pedir cambio alguno y que no incordie al empresario.