Los bienes, a punto de perderse al entregar su gestión a una empresa que quebró
La multimillonaria familia Nadal dejó una gran herencia en el municipio valenciano de Ontinyent, confiando su gestión al entonces obispo de Mallorca Teodor Úbeda, un progresista cercano a la línea de Tarancón. Ahora, 30 años después, las desorbitadas cifras que dejaron continúan siendo motivo de controversia: presionado por la Conferencia Episcopal, Úbeda dejó en manos de una empresa privada la gestión de la herencia. La empresa entró en quiebra y el Arzobispado de Valencia se hizo cargo del dinero sin cumplir con los deseos de la familia recogidos en el testamento. Los beneficiados reclaman ahora su parte.
El testamento de la familia Nadal dejaba un legado de más de 23 millones de euros que debían repartirse entre tres entidades relacionadas con la Iglesia del municipio valenciano de Ontinyent:
según el escrito, un 10 por ciento de la suma debía destinarse a Cáritas Interparroquial del municipio, un 20 por ciento se dedicaría a las obras parroquiales de Santa María, también en este
pueblo. Otro 10 por ciento iría a parar a la casa de ejercicios espirituales de la localidad. Sin embargo, tres décadas después de la muerte de María Catalina Nadal, el dinero está siendo
gestionado por el Arzobispado de Valencia, regentado por Agustín García Gasco, sin que ello figurase en modo alguno en su testamento.
En manos del arzobispo
La controversia ha estallado al reclamar el municipio de Ontinyent los bienes que la familia le había dejado. Sin embargo, no es la única polémica en torno a la multimillonaria herencia. La
familia Nadal dejó la gestión de la misma en manos del entonces arzobispo de Mallorca, Teodor Úbeda. Según informó Levante, fuentes cercanas al prelado aseguran que “se dejó la vida”
por conseguir que cumplieran las voluntades de la familia.
Sugerencias de la Conferencia Episcopal
Sin embargo, el obispo se vio obligado a plegarse a las “sugerencias” del entonces vicesecretario de asuntos económicos de la Conferencia Episcopal y ex presidente de la COPE Bernardo Herráez,
que recomendó dejar la gestión urbanística y financiera del legado en manos de la empresa Copresa, que acababa de ser creada y contaba entre sus accionistas con numerosas personalidades de la
alta sociedad española.
Empresa en quiebra
La empresa debía gestionar el desarrollo urbanístico de los 2,5 millones de metros cuadrados del patrimonio de los Nadal, ubicados en Estepona. Para su desarrollo y los acuerdos de
recalificación, Úbeda firmó líneas de crédito con seis entidades financieras. Cuando en 1994 Copresa quebró, los terrenos no se habían desarrollado, pero se había generado un agujero financiero
de 12 millones de euros: el prelado, siguiendo las indicaciones de la Conferencia Episcopal, había dejado la herencia en manos de una empresa que acababa de desaparecer.
Gestión del Arzobispado
Para afrontar los créditos, el Ayuntamiento de Estepona se quedó con parte de la herencia, que quedó menguada a la mitad. Sin embargo, la mala gestión de la Iglesia no termina aquí, puesto que
las cantidades designadas en el testamento de los Nadal aún no han sido entregadas. El municipio de Ontinyent no ha recibido en su Iglesia la parte de la herencia que le correspondía, y el
Arzobispado valenciano continúa controlando el legado.