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Estepona 27 de Noviembre de 2012
DEL TALANTE AL COMPROMISO: un LARGO camino por recorrer
Parece que los astros se han alineado para llevar este país a la esquizofrenia y a sus ciudadanos a una alienación, ese deseo de aniquilar el pensamiento, sin precedentes. Entre las medidas de los gobiernos, desde el central hasta los autonómicos y locales y la pasividad de ese eufemismo en que la globalidad ha transformado a los sindicatos de clases, los agentes sociales, el ciudadano anda como poseído; definía Tomas de Aquino la alienación como: “la posesión del cuerpo del hombre por el demonio”. El demonio de la indefensión.
Y en esta andamos cuando comenzamos a tropezarnos con la ya lejana pero injusta reforma de la ley laboral, hasta la más reciente ley de tasas judiciales, pasando por el todo a cien en que el gobierno pretende convertir a este país con los beneficios legales y fiscales que exige Euro Vega o ese favor al incipiente banco malo para que agilice la venta de sus inmovilizados tóxicos, vaya palabra, para que todo aquel extranjero, chino o ruso preferentemente, que adquiera una vivienda por un mínimo de 160.000 euros se le oferte en vez de un seguro a todo riego, el certificado de residencia en nuestro país automáticamente; residencia a cambio de inversión; esto supone también derechos a sanidad, educación, prestaciones sociales, justicia…para quien pueda pagarla y ellos podrán. Y mientras, los ciudadano tienen que enfrentarse a los déficit de los servicios esenciales, todavía gratuitos, como educación, sanidad… y cuando estos déficit son vistos por el sector privado como una oportunidad de negocio, fundamentalmente en sanidad, es que algo no funciona en este país.
Evidentemente este país necesita, como ha dicho Rubalcaba, con respecto a los resultados electorales en Cataluña, necesita “talante” para resolver la tensión generada. Pero hasta en la manera de intentar transmitir emociones nuestros políticos suspenden, porque el talante como sustantivo que es, necesita que otras palabras completen su significado y ahí es donde radica el problema. El talante sin el acompañamiento del compromiso se queda en un mero efecto de propaganda política, ya lo padecimos con ZP y ahora Rubalcaba, que es incapaz de aplicar, como elemento cohesionador, el talante en el seno del PSOE, predica la necesidad del talante para resolver los problemas de Cataluña, versus España. Quizás esa estrategia de sustantivizar lo cotidiano sea uno de los errores más graves de los políticos, en un tiempo en que el ciudadano lo que necesita es que el gesto tome cuerpo y normalice, al menos eso, una situación todavía sin punto final.
Como escribe Jordi Pérez, reciente ganador del premio José Manuel Porquet de periodismo digital, en “El país esquizofrénico”, refiriéndose a Irán: La diferencia inmensa entre lo que ocurre dentro de las casas y la aparente calma pública provoca una cierta esquizofrenia: son mundos que no se parecen.” Esto se podría trasladar, perfectamente al entorno de la clase política, y esa esquizofrenia se traslada a los ciudadanos y estos comprueban que efectivamente la diferencia entre los políticos y la gente que solo pretende ser eso, gente normal, es abismal. De puertas adentro cada casa es un mundo y hoy día esa aparente calma, que en el seno de los partidos políticos es una calma cainita, en muchos hogares se está transformando en el germen de una revolución de millones de invisibles dispuestos a luchar, ya no por el presente, sino por el futuro de sus hijos o quizás por el futuro de los hijos de sus hijos, porque ya hay hijos que han perdido el futuro.
Se ha producido una escisión entre el mundo real y el mundo de los conceptos y como dice Nietzsche: “El concepto no es más que una metáfora de la realidad”, lo malo es que en esa metáfora vive permanentemente nuestra clase política, da igual el signo ideológico, porque, y siguiendo con Nietzsche: “El concepto no es más que un modo impropio de referirse a la realidad, un modo general y abstracto. Lejos de ofrecernos el conocimiento de la realidad, el concepto nos la oculta”.
Lo más grave es cuando a la ideología, y ahora me refiero a la socialista, se la conceptualiza y se la despoja de la realidad social a la que en cada momento debe de adaptarse para servir al interés general y a los ciudadanos, y se la banaliza hasta el extremo de convertirla en un ideario, ritual y sectario, al servicio de una casta de sumos sacerdotes, sin conciencia de clase, que son los encargados de interpretarla en función de intereses espúreo.
Y mientras, instalado en la realidad, no se comprende como después de tantos siglos de sabiduría, en pleno siglo XXI, aún no se hayan asimilado conceptos tan básicos como el respeto, y lo que es más complicado de entender, como es que aun no somos capaces de exigir ese respeto a nuestros representantes.
SERGIO LÓPEZ