CANSANCIO DE PALABRAS

 

En algún lugar del Mundo hay alguien que decide. No hace falta llegar al clima de conjuras y sofisticados juegos de Centrales de Inteligencia que describe el mejor John La Carré en “Casa Rusia” –afortunada relectura este verano- para confirmar la idea de la existencia de una superestructura de decisiones de la mayor envergadura que sobrevuelan a las instituciones democráticas nacionales y que lo mismo sirven para obligar a un cambio súbito en la política económica de un país que para a modificar su Constitución. Para desesperación de analistas acostumbrados a ordenar datos ciertos y proyectos previsibles, pero también, y es más grave, para desconcierto de la gran mayoría de los representantes de la soberanía en las Cámaras legislativas y hasta de muchos gobernantes en ejercicio, el discurso político se quiebra de la noche a la mañana-y no es una frase tópica-por una comunicación urgente y reservada procedente del más allá.