ANÁLISIS
El nuevo orden mundial tras el coronavirus: el debate soterrado de la geopolítica ya ha empezado
Los líderes mundiales, sus diplomáticos y los analistas geopolíticos saben que vivimos una coyuntura de cambios de las que hacen época y, mientras tienen un ojo puesto en el día a día, el otro comienza a otear la crisis que nos dejará el coronavirus como legado. Ideologías enfrentadas, bloques, liderazgos y sistemas de cohesión social están siendo sometidos a prueba ante la opinión pública mundial.
A estas alturas, todos los habitantes de la aldea global comienzan a extraer sus propias conclusiones. "Muchas certezas y creencias desaparecerán. Muchas cosas que pensábamos imposibles están pasando", ha dicho Macron en Francia.
La destrucción de la naturaleza que provoca la actividad humana multiplica nuevas enfermedades como la COVID-19
El 75% de las nuevas enfermedades humanas surgidas en los últimos 40 años tienen su origen en animales, calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus SARS-CoV-2 es uno de ellos. De hecho, dos tercios de todos los tipos de patógenos que infectan personas son zoonóticos, es decir, saltan de un animal a un ser humano. "Esta crisis sanitaria está muy relacionada con la destrucción de la naturaleza. La pérdida de naturaleza facilita la proliferación de los patógenos", resume el director de Conservación de WWF, Luis Suárez.
ENTREVISTA María-Carmen Guisán, economista
"El reto más importante tras la crisis del coronavirus es recuperar la política industrial"
"Evitar la falta de liquidez es importante, pero no suficiente. Debe estar unido a una política europea de fomento de la industria y el empleo", recalca la economista, una de las dos únicas mujeres en el grupo de los cien más leídos en el mundo, según el portal Ideas
"La UE se dejó llevar por la tentación de la globalización excesiva, que promovió grandes ganancias en algunas empresas multinacionales, pero a costa de deslocalización industrial y paro en muchas regiones y países europeos",
Público
La crisis del 74, la de la deuda del 81, la caída de la URSS o la gran recesión de 2008 vinieron acompañadas de un descenso de las emisiones de CO2. Sin embargo, fueron caídas puntuales que no cambiaron la tendencia creciente de concentración de partículas contaminantes.