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Jóvenes

"Esta es la primera generación que vivirá peor que sus padres". Una afirmación que hemos escuchado una y mil veces desde que la crisis financiera (y después la pandemia) golpeó las expectativas de la última generación de jóvenes en España. Pero, ¿cuánto hay de verdad en esta afirmación? ¿Realmente los jóvenes de ahora viven peor que sus padres?

Para ver cómo ha cambiado la vida de los jóvenes recopilamos datos de acceso a la vivienda, mercado de trabajo, educación, ocio, valores, influencia, costumbres o estado de salud de tres generaciones: los que tenían entre 20 y 34 años en los ochenta, en 2000 y en la actualidad.

 

Los primeros serían en su gran mayoría pertenecientes a la generación del baby boom (tendrían ahora entre 60 y 75 años), nacidos durante la explosión de natalidad del franquismo. El segundo grupo estaría compuesto básicamente por personas de la generación X, que nacieron durante la Transición española (tienen ahora entre 40 y 55 años) y el grupo de jóvenes actuales por millenials y parte de la generación Z.

La mayoría de indicadores se refieren a la situación de los jóvenes entre 20 y 34 años para los años 1981, 2001 y 2020. Sin embargo, en algunos casos se ha ampliado o reducido el rango de edad o se han utilizado cifras hasta el año 1987 por la falta de disponibilidad de datos. Tampoco se han incluido las transformaciones de la sociedad española más subjetivas como las producidas por los avances tecnológicos o los cambios culturales.  

Así es la brecha generacional de las últimas tres generaciones de jóvenes en España que describe cómo ha cambiado el país en los últimos 40 años.

Están mucho más formados que las generaciones anteriores

En los años ochenta, ir a la universidad y terminar los estudios era una opción que solo podían permitirse unos pocos. Apenas uno de cada diez jóvenes entre 25 y 34 años tenían estudios superiores en 1981. Una tendencia que ha cambiado completamente con la ampliación de las oportunidades educativas en los últimos 40 años. Los avances en el sistema educativo, la multiplicación de universidades y de la oferta formativa han permitido que en 2020, casi la mitad de los jóvenes en el mismo grupo de edad han finalizado estudios superiores. 

Unas cifras que muestran que el acceso a la Universidad en nuestro país ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y que la generación actual de jóvenes está mucho más formada que las dos anteriores.  


Retrasan más la emancipación de casa de los padres

Vivir en casa de los padres a los 30 no es tan habitual como parece en España. Pero lo es más que hace cuatro décadas. Más veinteañeros y treintañeros posponen su emancipación ante las dificultades para comprar o alquilar una vivienda.

Los jóvenes de las últimas dos generaciones muestran peores tasas de emancipación que en los años ochenta. El 26% de los que tienen entre 30 y 34 años viven ahora con sus padres. En 1987 era el 18%. Pasa igual con los jóvenes entre 25 y 29: ahora el 57% vive con sus padres frente al 44% que lo hacía en los ochenta.


Menos acceso a la vivienda: más años de sueldo para pagar una casa

La explosión del mercado inmobiliario en España desde los años 90 ha traído un aumento del precio de la vivienda que no coincide con una subida equivalente de los salarios. En los 80, el esfuerzo de un hogar mediano para comprar un piso o casa de 94 metros cuadrados equivalía a poco más de 3 años de ingresos brutos, según el Banco de España. Un coste que se ha duplicado desde entonces: ahora, si dedicamos todos nuestros ingresos a comprar una vivienda, tardamos más de 7 años en pagarla.


Van más al médico y piensan mejor de su propia salud

¿Se preocupan más los jóvenes de hoy en día por su salud de lo que lo hacían sus padres? ¿Acuden más al médico? Los datos de la Encuesta Nacional de Salud muestran que van mucho más a consulta médica que las generaciones anteriores. En 2017, el 80% de los jóvenes, tanto de 15 a 24 como de 25 a 34 años, habían pasado por la consulta en los 12 meses anteriores. A finales de los 80 era el 64%.

Esta misma encuesta también refleja que los jóvenes tienen mejor percepción de su propia salud, tanto desde el punto de vista físico como psicológico o sociocultural. Los resultados indican que en 2017 una amplia mayoría de personas entre 25 y 34 años, el 87%, consideraba que su estado de salud era bueno o muy bueno.


Pero tienen más sobrepeso que las generaciones anteriores

Los hábitos alimentarios y de vida han cambiado radicalmente en los últimos 40 años. Uno de los muchos indicadores en los que se traduce cómo viven y comen los jóvenes es el sobrepeso. Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud, el sobrepeso ha aumentado más de 6 puntos porcentuales respecto a finales de los 80. En 2017 casi un tercio de las personas entre 25 y 34 años tenía sobrepeso, mientras que esta proporción en los jóvenes de hace dos generaciones era del 23%.


Los jóvenes ya no son creyentes

Los jóvenes apuntan con décadas de antelación la progresiva secularización de la sociedad española. ¿Han dejado de creer en Dios? Según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una gran parte sí. En 1981, menos del 20% de los jóvenes se declaraban ateos, agnósticos o no creyentes. Cuarenta años después, el porcentaje se ha triplicado y ya casi el 60% de los jóvenes están fuera de la influencia de la religión en España. 


La caída de la religión coincide además con el descenso de la influencia de los ritos y tradiciones asociadas a la Iglesia católica en España. Entre ellos, el matrimonio. En los 80, lo más habitual era que una persona de entre 20 y 34 años hubiera acudido a varias bodas de los amigos de su edad. Entre ellas, la suya. El 59% de los jóvenes estaba casado en 1981. 

La situación ha cambiado completamente en apenas 40 años. El matrimonio ahora es la excepción y no la regla. Solo el 16% de los jóvenes está casado. Entre los pocos que se casan, cada vez lo hacen menos por la vía eclesiástica: solo una de cada cinco bodas de todas las celebradas en 2019 fueron por la Iglesia.


La brecha del paro juvenil solo se redujo durante la burbuja inmobiliaria

El mercado laboral español obstaculiza el acceso a un empleo a los jóvenes. Pero no es un fenómeno reciente. Ya en los años 80 existía una brecha de siete puntos entre la tasa de paro de los jóvenes entre 20 y 34 años y la tasa general de desempleo. 

En concreto, en 1987, el último año con datos disponibles en ese grupo de edad, el 27% de los jóvenes estaba en paro frente al 20% a nivel nacional. En 2020, año de la pandemia, era del 23% entre 20 a 34 años sobre una tasa de paro global del 16%. El único momento en el que esta brecha en los niveles de desempleo entre los jóvenes y el resto se redujo fue durante la burbuja inmobiliaria. 


Cada vez menos mujeres se quedan en casa

Frente a la imposición tradicional de la mujer como única responsable de las tareas del hogar, la incorporación de la mujer el mercado laboral ha cambiado mucho en las últimas décadas. Cada vez menos mujeres deciden quedarse en casa. Mientras que a principios de los años 80 apenas un 27% de las mujeres estaba incorporada al mercado laboral, en la actualidad esta proporción se ha duplicado (hasta el 53%).

Una tendencia que se repite si miramos los datos relativos a la población menor de 35 años: en 1987 el 57% de las mujeres estaban en el mercado laboral, y en la actualidad es del 71%. Precisamente, las jóvenes de los años 80 fueron la punta de lanza de la incorporación de la mujer al mercado laboral de forma masiva tras décadas de dictadura y en un contexto de incipiente democracia.


Tienen menos hijos y mucho más tarde

En 2019, la natalidad cayó a mínimos históricos de 1941. Mientras que en los años 80 la media de hijos por mujer era de 2,04, en la actualidad es de 1,24. Es la misma cifra que en 2001, pero hay que tener en cuenta el boom de natalidad que se produjo en España hace veinte años con el aumento de la población migrante. 

La caída de la natalidad es un fenómeno que no se reduce a una sola causa, como la renta disponible, sino que abarcan otros factores como la precariedad, la incertidumbre laboral o el cambio cultural y de valores. Precisamente, las madres cada vez tienen a sus hijos más tarde en España. En 1981, las madres primerizas en España tenían, de media, 24 años; en 2001, 29; y en 2019 se tiene el primer hijo a los 31.


Cada año trabajan menos horas

En España las jornadas laborales son cada vez más cortas, tras décadas de regulación de los derechos laborales y el aumento de los contratos a jornada parcial. En 1981 la media de horas trabajadas por persona ocupada a la semana se situaba en 41,3 (1.902 horas al año). En 2001 la media se había rebajado hasta las 38,3 horas semanales (1.762), y en 2019 era de 36,7 horas a la semana (1.686 anuales).

En los últimos tiempos el debate sobre la duración de la jornada laboral en nuestro país vuelve a estar sobre la mesa, y algunas empresas ya han comenzado a experimentar con la implantación de semanas laborales de cuatro días.


Viven más en ciudades y abandonan el mundo rural

La disyuntiva entre campo y ciudad cae cada vez más del lado de las grandes urbes para los jóvenes españoles. El abandono de las áreas rurales es una realidad que se resume en cómo ha cambiado la proporción de personas entre 16 y 44 años viviendo en municipios de menos de 10.000 habitantes: del 25% según el censo de 1981 hasta el 18% actual.

Un cambio que rema a favor no tanto del centro de las ciudades como de la ampliación de las áreas metropolitanas. Ahora mismo, los jóvenes prefieren mucho más los cinturones de municipios que bordean las grandes capitales como Madrid o Barcelona.


Desindustrialización y abandono de la agricultura

Como un pez que se muerde la cola, el abandono de las zonas rurales también ha generado una caída del sector agrario en España. Y al revés, el desplome del sector agrario como creador de empleo ha traído la despoblación de la España rural. Sea como sea, los jóvenes de ahora trabajan mucho menos en la agricultura y en la industria que hace 40 años.

La desindustrialización vivida en España desde los ochenta y la pérdida de importancia del sector agrario llevan a que se reduzca a la mitad el peso de estos dos sectores entre el empleo total de los jóvenes de 20 a 29 años.


Menos jóvenes en puestos de poder

La reducción del acceso de los jóvenes a los puestos de decisión (político, empresarial y social) se ejemplifica en el caso del Congreso. Tras las últimas elecciones generales de 2019, Marta Rosique (ERC) se convirtió, con solo 23 años, en la diputada más joven de la cámara. Pertenece a un grupo minoritario: actualmente, solo el 6% de los diputados (22 de los 350) tienen menos de 35 años. Sin embargo, la representatividad de los jóvenes en el Congreso es cada vez menor: en 2001 suponían el 11% de los diputados y en 1981 llegaron a ser el 13%

Una tendencia positiva en el Congreso en estos 40 años ha sido el de la presencia de mujeres diputadas, especialmente a partir de la aprobación de la Ley de Igualdad en 2007. Si en 1981 las mujeres representaban poco más del 6% de la Cámara Baja, esta proporción creció hasta casi un tercio en 2001 y actualmente es del 44%. 


Se desploman los accidentes de tráfico y se mantienen los suicidios

Los accidentes de tráfico han sido históricamente la principal causa de mortalidad de los jóvenes. Pero, con las mejoras en la seguridad vial y las campañas de concienciación de la DGT, las muertes en carretera se hayan reducido drásticamente en nuestro país.

En 1981 la tasa de fallecimientos por accidentes de tráfico entre los menores de 35 años era de 18,5 por cada 100.000 habitantes. Veinte años después, esa cifra seguía estancada. Desde entonces, los accidentes mortales en carretera entre los jóvenes se han desplomado hasta las 4,5 muertes y dejan de ser la principal causa de mortalidad.

Los suicidios y las lesiones autoinfligidas (tradicionalmente en tercer o cuarto lugar) han pasado a ocupar la segunda posición. La lectura positiva de este dato es que se debe a que las otras principales causas de mortalidad entre los jóvenes se han reducido considerablemente en España.


El cigarro no es tan atractivo como en los ochenta

Para los jóvenes, a finales de los ochenta el cigarro era un vicio muy habitual. Más de la mitad de las personas entre 20 y 34 años se declaraban como fumadores en la Encuesta Nacional de Salud. De ellos, más del 20% aseguraban que fumaban más de 20 cigarrillos cada día. Centenares de campañas, impuestos y leyes antitabaco después, el consumo de tabaco se ha reducido a la mitad en cuatro décadas. Ahora mismo, solo uno de cada cuatro jóvenes dice que fuma de forma habitual en España.


 
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