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                                                                                                   Estepona 16 de Febrero de 2020

EQUIDAD Y TERRITORIO: EL LABERINTO CATALAN

Los apoyos son necesario siempre, sea cuál sea la dinámica por la que fluya la necesidad de obtener consensos, y la actual situación de la política española exige que se normalice el diálogo como fundamento de la acción política. La polarización del parlamento y por lo tanto de la sociedad civil, hace que el análisis y la búsqueda de un modelo territorial se lleve a cabo necesariamente desde el consenso, respetando la diversidad y cohesionando los territorios desde la equidad y de esta forma evitar agravios entre ciudadanos.

 

Según el barómetro del CIS de enero de 2020, de los que opinan sobre los principales problemas de España solo un 3,8% sitúan como el primer problema la cuestión catalana, figurando esta en undécimo lugar. Por eso el discurso de Sanchez ante el Comité Federal el PSOE me pareció determinante en el aspecto de las prioridades de su gobierno, apuntando que Cataluña no es el único asunto que le preocupa, y que abordar este problema no significa que no se afronten "otras necesidades territoriales apremiantes"

 

En el abordaje de la cuestión catalana debe primar el diálogo como instrumento de entendimiento, el punto de apoyo sobre el que ha de bascular las diferencias, hasta conseguir la proporcionalidad entre posicionamientos en principio divergentes, y para que esto suceda periferia y centralidad, han de encontrar la equidistancia justa y precisa.

 

De nada vale que la centralidad esgrima la fuerza desde la desproporcionalidad de unos recursos casi ilimitados  y la periferia plantee una resistencia sin la legitimidad que requiere un proceso tan complejo como la independencia del estado y se blinde como una opción, careciendo de los apoyos que pudieran garantizarle un equilibrio socio político suficiente, porque esto les auguraría unas dudosas expectativas de éxito.

 

Es por esto que entiendo como prioritario y oportuno el gesto de este gobierno de coalición en su abordaje del modelo territorial, intentando recomponer el equilibrio que el gobierno del PP rompió, y partiendo de esa declaración de intenciones recomponer, desde una razonable equidistancia, la realidad de un sentimiento que aunque no compartido por la mayoría de la ciudadanía, en el caso de Cataluña, debe tener en cuenta, desde una perspectiva histórica,  que también las minorías deben tener su sitio en las mesas de negociaciones. 

 

Diálogo  para abordar la complejidad de una situación que ya Azaña en 1932 reconoció no como un drama histórico, sino como un problema político, y esta ha sido una de las premisas de este gobierno de coalicion, reconocer la identidad política del proceso soberanista catalán. En base a esta premisa los soberanistas catalanes deben aceptar también el ambito constitucional en el que debe quedar enmarcado el diálogo y las posibles alternativas y soluciones a sus reivindicaciones.

 

Que el gobierno del PP presidido por Rajoy llevó al Estado a una situación de debilidad como consecuencia de la corrupción, la crisis económica y la falta de sensibilidad social y que estas circunstancias y otras añadidas crearon un clímax de hartazgo social que propició el afloramiento de orfandad institucional entre los ciudadanos, no solo en Cataluña, situación que aprovechó la burguesía catalana asentada en la Generalitat, conscientes de la oportunidad de correr una cortina de humo que ocultara su propia corrupción, para esgrimir el sentimiento soberanista ante la inanición del Gobierno presidido por Rajoy, poniendo en valor la reflexión de Ortega y Gasset “Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos; un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe”.

 

Por eso mí confianza en este gobierno, confianza en que restaure la fortaleza del Estado y libere a los ciudadanos del miedo a convivir con los diferentes y a partir de ahí abordar ese otro sentimiento, el de la unidad  y de esta forma desplazar el conflicto hacía espacios de convivencia menos vulnerables y donde la tolerancia sea la seña de identidad que marque el diálogo como elemento de cohesión.

 

Gobierno y oposición, centralidad y periferia deben entender que el derecho a la libertad de expresión pasa por la obligación de comprender al discordante; pretender la exclusividad en cualquier actividad, mucho menos en la acción política, supone de entrada el fracaso de la inteligencia y la apertura de debates erróneos que contribuyen a debilitar la democracia, provocando el resurgimiento de los nacionalismos.

 

Es necesario en este contexto traer a la memoria las palabras del político socialista vasco José Ramón Recalde (q.e.p.d) cuando le entregaron el premio Manuel Broseta a la concordia: Convivir con el otro, en un mismo espacio, exige comprenderle y respetarle. Exige también la actitud humilde que consiste en pensar que nuestra verdad es sólo una parte de la verdad”

 

 

SERGIO LÓPEZ

Tag(s) : #ARTICULOS DE OPINION
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