Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog

 

Los ciudadanos demandan nuevas herramientas y vías de participación y de mejora de la democracia cada vez en mayor grado. ¿Es necesario, entonces, repensar y desarrollar la democracia? ¿En qué sentido? Temas ha querido abordar estas importantes cuestiones preguntando a diez reputados expertos.

 

 

1 ¿Está en crisis la democracia?

 

Gregorio Peces-Barba

Catedrático de Filosofía del Derecho y uno de los siete padres de la actual

Constitución española.

 

La democracia siempre está en crisis. Por su propia naturaleza tiene que mejorar permanentemente y estar siempre a la búsqueda de mejores condiciones para el desarrollo de la dignidad de todas las personas para promover las condiciones para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas y remover los obstáculos que lo impiden.

 

Nicolás Sartorius

Vicepresidente Ejecutivo de la Fundación Alternativas

 

La democracia en general no está en crisis. Es, por el contrario, una aspiración creciente de los

pueblos. Pero la democracia tal como se practica en España y otros países europeos creo que está atravesando una cierta crisis.

 

Diego Valadés

Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

La democracia no está en crisis pero algunos sistemas democráticos sí lo están, en especial allí

donde se registran episodios recurrentes de corrupción, donde las instituciones emblemáticas de la democracia (partidos y parlamentos) están dando resultados decrecientes, y donde las condiciones de vida individual y colectiva se ven afectadas por el desempleo, la violencia y la pérdida de bienestar.

 

Hans Harms

Doctor en Filosofía por la Universidad alemana de Witten-Herdecke.

 

La democracia no esta en crisis pero sí la manera en la que la ejercemos – la democracia representativa. Ésta se ha convertido en una “partidocracia” en la que los partidos y en ellos algunas personas claves toman todas las decisiones, ya que tampoco existe una democracia interna.

 

 

 

 

Adela Cortina

Catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia

 

Al menos en España, no. Lo que está en crisis es el funcionamiento de la democracia de partidos, porque los ciudadanos no se sienten representados ni ven que los políticos estén

preocupados por resolver los verdaderos problemas: el escandaloso nivel de paro, el aumento de la pobreza que lleva a las gentes a pedir incluso comida, las hipotecas que no se pueden pagar, el deterioro de la sanidad pública, la corrupción, la fuga de los mejor preparados a Alemania o Estados Unidos, la quiebra del Estado de Derecho y de la separación de poderes, el hecho de que Bildu ocupe puestos de responsabilidad pública. Hacer frente a estos problemas no exige un sistema alternativo a la democracia, sino una democracia más auténtica, y la gente lo sabe.

 

Antonio García Santesmases

Doctor en Filosofía, Catedrático de Filosofía Política en la UNED y ex diputado socialista.

 

Lo que comenzó siendo una crisis del sistema financiero ha concluido, por el momento, en una crisis de la democracia. En medio hemos pasado de la crisis financiera a la crisis económica, de ésta a la crisis del Estado del Bienestar y fruto de los recortes en las prestaciones sociales, de la pérdida de garantías laborales y de la disminución de las expectativas de progreso, a un profundo malestar social que se ha traducido en una crítica al sistema representativo (“No nos representan”).

 

José Asensi

Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante.

 

La principal víctima de la crisis en el entorno europeo es la democracia y la cultura que la acompaña. La gente no puede entender cómo se toman decisiones por instancias ajenas, dominadas por poderes financieros, que avasallan la democracia institucionalizada. La sensación es que de nada sirven partidos y parlamentos, cuando se carece de capacidad de decisión o de mera resistencia. En realidad, es un síntoma más de la crisis del Estado soberano que, en el caso europeo, ha cedido competencias y objetivos a instancias europeas sin que en éstas la voz de la gente tenga el menor peso.

 

Ana Noguera

Doctora en Filosofía. Ha sido Concejala del Ayuntamiento de Valencia y Diputada por el PSOE en las Cortes Valencianas

 

Sí. Por dos razones: una, la falta de credibilidad en la clase política quiebra la confianza necesaria entre representantes y representados y despierta peligros como el populismo; dos, los gobiernos nacionales apenas tienen margen de actuación. ¿Para qué votar si las decisiones la toman poderes no democráticos?

 

Verónica Díaz Moreno

Profesora de Sociología de la UNED.

 

No podemos afirmar que la democracia esté en crisis, pero es evidente que la imagen de los políticos y de la política están deterioradas. Los ciudadanos demandan más herramientas de participación, pero nadie cuestiona que la democracia es el sistema que garantiza en mayor medida los derechos y las

libertades.

 

 

 

2 ¿Existe una demanda de mejora de la democracia? ¿Qué sectores están planteando esta demanda?¿Qué iniciativas podrían plantearse para lograr su mejor funcionamiento?

 

G.P.B.

 

No hay duda de que la demanda existe sobre todo en los sectores más jóvenes, aunque a veces no está acompañada por una reflexión madura, sino sólo por impulsos. El argumento de que ellos no han hecho la Constitución que repiten con frecuencia carece de valor. No es un texto cambiante sino que debe ser un referente estable.

 

N.S.

 

Existe, sin duda, una demanda de mejora de nuestras democracias. Hay una insatisfacción en amplios sectores, sobre todo entre la juventud. Las iniciativas son múltiples. De entrada, conseguir que decidan los ciudadanos a través de sus representantes y no los poderes económico- financieros. Luego habría que transformar los partidos para que fuesen más abiertos a la ciudadanía, auténticos “partidos de los ciudadanos”. También sería conveniente facilitar los instrumentos como la iniciativa legislativa popular, el referendo vinculante o los presupuestos

participativos. Modificar la ley electoral para hacerla más proporcional. Normas más severas contra la corrupción política. Mayor transparencia y acceso a la información.

 

D.V.

 

No advierto demandas que obedezcan a un mismo modelo organizativo o procedimental para mejorar la democracia. Las exigencias democráticas en los países islámicos, en Europa, en Estados Unidos o en América Latina, por ejemplo, tienen características muy distintas. De manera tradicional los sectores que más se movilizan son los gremios y los jóvenes, con la presencia habitual de intelectuales, pero los medios de comunicación móvil están modificando el patrón de interacción con la población adulta y profesional de clase media. Este fenómeno repercute en la naturaleza de las peticiones, que incluyen nuevas formas de participación ciudadana en los asuntos públicos.

 

H. H.

 

Esta demanda existe y cada vez más, no solamente desde el mundo académico (Ignacio Sotelo, Joan Subirats, Gurutz Jáuregui, Daniel Inerarity, por nombrar solo algunos), sino también desde otros ámbitos sociales y, de manera muy clara, desde el movimiento 15M (los indignados). Un dato muy claro, que subraya la urgencia de reformas drásticas, es que los políticos y los partidos están considerados el tercer grave problema en las encuestas del CSS. Es decir, si los mecanismos de los que disponemos para solucionar nuestros problemas están vistos como problemas en sí mismos, algo falla.

 

 A. C.

 Más que una demanda, existe un clamor que viene de antiguo, ha cobrado relevancia mediática con el movimiento heterogéneo del 15M, y aglutina a parados actuales y virtuales, ciudadanos

empobrecidos, inmigrantes, intelectuales que hace años vienen diciendo “no es eso”, “no es eso”, y gentes de la calle conscientes de que ellos sólo les interesan a los políticos para ganar elecciones. Las iniciativas tienen que dirigirse a mejorar los mecanismos de la democracia representativa, establecer las bases del Estado Social de Derecho, que es un Estado de Justicia,

comprometido con la protección de los derechos de primera y segunda generación, y recordar a banqueros, empresarios y economistas que la economía tiene que ser ética y, si no, no es legítima.

 

A.G. S.

Hay una demanda por resolver problemas vinculados a la vivienda (“Sin casa”), al empleo (“Sin curro”) y a los sistemas de protección social (“Sin pensión”). Todo lo cual se traduce en una percepción de que nada bueno nos espera (“Sin futuro”). Estas demandas han nacido de jóvenes que se movilizan de una manera masiva, saliendo de la apatía de la indiferencia, de la resignación, y habiendo perdido el miedo. Por primera vez no son los sindicatos mayoritarios los que se hacen cargo de estas demandas y es aquí donde está la novedad y el peligro que encierra la nueva situación

 

J. A.

Los ciudadanos están demandando una mejora de los canales democráticos. Las nuevas

tecnologías están abriendo espacios de participación y de convocatoria ciudadana, que son escenarios por fuera de los tradicionales conductos (partidos, sindicatos). A la crisis de la representación se suma este nuevo espacio, ya que los canales tradicionales, partidos y sindicatos, no dan una respuesta. Si miramos las protestas de los estudiantes ingleses, irlandeses, franceses y de los jóvenes españoles podemos ver que sus convocatorias han sido más notorias y llamativas que las huelgas generales programadas en varios de los países de la Unión Europea. A los jóvenes españoles que plantean su protesta en la calle se les hizo creer en la promesa de la democracia, pero se encontraron con otra cosa. Quieren que la democracia sea real y que no se les engañe. Ahora bien, sus reivindicaciones, siendo moderadas y expresando valores y reflejos de un amplio abanico social, que incluye a sectores de la clase media, se encuentran con el cerrojo de la vigente Constitución.

 

 A. N.

Sí. Existe una NECESIDAD. Ante esta crisis económica y financiera, necesitamos más POLÍTICA. La visualización de esta demanda es el 15-M, pero este movimiento es más que unaacampada, es un espíritu ciudadano que denuncia que la democracia no está funcionando. De la indiferencia hemos pasado a la indignación: es hora de transformarla en acción. Los partidos deben fomentar espacios para el debate y la opinión; transparencia de información a través de los medios disponibles (como las nuevas tecnologías); que no exista impunidad ante la corrupción o las negligencias; y un discurso alternativo que recupere la Política, alejado de oportunismos y demagogias. El campo para impulsar y fortalecer la Democracia está en la Socialdemocracia.

V. D. M.

Existe una demanda por una parte de la sociedad que está en peores condiciones que el resto, especialmente los jóvenes que ven como el contrato social propio de las sociedades organizadas, de acuerdo al Estado del Bienestar, se está rompiendo. No pueden comprar ni alquilar una casa, no tienen un trabajo acorde a sus capacidades como tampoco un sueldo que se corresponda con ello. Sufren un 45% de paro y se emancipan con 34 años o más. Hay que buscar herramientas que faciliten la participación, mejoren la trasparencia, tanto en el ejercicio de Gobierno como en los partidos políticos, y abrir espacios para el consenso y el acuerdo.

 

 

¿Deberían completarse los actuales sistemas de democracia representativa-delegativa con iniciativas que impliquen una mayor participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos?

 

G. P.B.

La democracia representativa debe estar siempre presente. En concreto el principio de las mayorías y el sufragio universal. La participación directa es deseable, aunque en España durante

la transición esta participación fue puesta en entredicho y considerada dudosa. La razón fue la utilización de los plebiscitos por el franquismo, como consulta popular manipulada y sin garantías. Para superar esta situación sería necesario mucho análisis y mucha reflexión.

 

 

 N. S.

Sí, en la línea apuntada. Las nuevas tecnologías permiten una participación más directa de los

ciudadanos. La democracia en la era cibernética no puede ser igual que la de épocas anteriores. No se trata de eliminar la delegación sino de completarla y controlarla mejor. Los representantes, a diferentes niveles, deberían estar “conectados” a sus representantes, dando información y recibiendo opinión.

 

 D. V.

Existe una clara disfuncionalidad de los partidos y de los parlamentos cuando, por ejemplo, omiten la designación oportuna de los integrantes de órganos del Estado, se reparten cargos mediante cuotas, o entorpecen decisiones de gobierno aunque se perjudique a los gobernados. Esto último sucede con frecuencia en materia de presupuestos. Se hace necesario innovar

y dinamizar la tradicional representación política mediante la utilización de los instrumentos contemporáneos de comunicación electrónica.

 

H. H.

Sí, la única manera de contrarrestar la actual crisis consiste en una mayor participación Directa de los ciudadanos en los asuntos públicos, para hacer las decisiones más transparentes y para contar con unmayor consenso a la hora de tomar decisiones. Esto es además la única fórmula para poder tomar decisiones  que, como en la actual situación de crisis, representan recortes y reducciones en los derechos adquiridos. Estas decisiones solo se pueden tomar con y no contra los ciudadanos.

 

A. C.

A mi juicio, deberíamos asumir una democracia deliberativa. La democracia deliberativa es

representativa, porque ésta es la mejor forma de gobierno que hemos encontrado, pero hace al menos dos cosas: perfecciona los mecanismos de representación para ser verdaderamente representativa, y da mayor protagonismo a los ciudadanos acotando asuntos que deben decidirse participativamente, como es el caso de los presupuestos participativos, creando espacios e instancias en los que sea posible la deliberación pública, y sometiendo a referéndum cuestiones vitales para la marcha del país, después de haber celebrado debates sobre ello. La meta consiste en ir haciendo que los destinatarios de las leyes sean sus autores, mediante  representación auténtica, pero también mediante deliberación y participación de los afectados.

 

 

A. G. S.

El peligro viene porque es muy difícil una participación directa en los asuntos públicos. Hasta ahora eran los sindicatos los que se hacían cargocargode las demandas de derechos económico-sociales. Con los sindicatos el sistema democrático sabía a qué atenerse; los sindicatos están acostumbrados a negociar, a transar, a pactar, a acordar y esa ha sido su gran contribución a

la estabilización de la democracia. También ha sabido reivindicar y movilizar cuando era necesario, incluso propiciar huelgas generales, pero todos estábamos muy acostumbrados a no traspasar el límite de lo posible. Al propiciar políticas económicas que rompen en pacto social de posguerra los sindicatos no pueden hacer de mediadores. La protesta trasciende a las organizaciones de los trabajadores y el futuro deparará si las organizaciones clásicas logran transformarse recogiendo el malestar social, si se fortalecen los sindicatos minoritarios o si estamos ante movimientos de resistencia que pueden tener una difícil traducción dentro del sistema democrático, apelando a actos puntuales de violencia.

 

J. A.

Las instituciones representativas no tienen fácil recambio. Además, el reverso de la democracia

representativa bien puede ser una dictadura. Pero uno de los rasgos de las sociedades actuales es que la gente no quiere estar “tan representada”. Aspira a tener más protagonismo, al menos para ejercer un cierto poder de veto. La crisis, entre otros efectos, ha puesto en evidencia que ninguna institución, ningún órgano, ninguna persona, está al margen del escrutinio público.Esto supone que la legitimidad y la autoridad no se van a sustentar más en el estatus alcanzado, sino por lo que cada cual es capaz de hacer y por el tipo de diálogo que establece con la gente.

Los mecanismos disponibles de mayor participación –refrendos, iniciativa popular, presupuestos participativos, etc.– son muy limitados en cuanto a sus posibilidades y están coartados en sus fines. Siempre se pueden ampliar. Pero, en la fase actual, una mayor participación debe implicar más instrumentosde control en manos de la gente: en este

ámbito el espacio disponible está por explorar.

A. N.

Sí, pero no se trata de realizar asambleas, sino devolver a la representatividad su valor real y no la falacia actual. Abrir espacios para la reflexión y el debate e utilizar más la consulta ciudadana cuando se modifican los programas y acciones de gobierno. El problema real está en que el ciudadano con su voto elige un partido, un discurso y un programa; cuando se modifica la acción política genera insatisfacción. Se cuestiona que la Democracia Representativa no es tal, y no hay posibilidad de enderezar los desvaríos por parte de los ciudadanos

 

 

V. D. M.

Una herramienta positiva sería el mayor uso de una figura que ya existe, como el referéndum, en el que los ciudadanos participaran de una forma directa y con ello se reforzaría la figura de ciudadano como tal. Otra, si se desarrolla en toda su magnitud, es el presupuesto participativo.

 

Tag(s) : #ENTREVISTA
Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase: